Últimamente no tengo tiempo de escribir. Peque de un día para otro ya se da la vuelta acostado, se pone a cuatro patas, gatea, se sienta, se queda de rodillas y se pone de pie agarrándose a las cosas. Y de verdad, un día no hacía nada, y al siguiente todo eso. Entre eso, que me he pillado un catarrón de los grandes (no se debe beber agua fría después de hacer ejercicio), y que se duerme a las once de la noche y se despierta a las siete de mañana, y a las tres da vueltas y más vueltas hasta quedarse boca abajo en el colchón y tengo que esperar a que se duerma y darle la vuelta para que no se asfixie. Así que, cuando él duerme por el día, yo también lo hago y cuando está despierto me requiere y apenas tengo tiempo para hacer la comida o lavar los platos. Cuando estoy bastante agotada y ya no tengo energías para seguir entreteniéndolo vamos a casa de mis padres...
Ayer fuimos a ver a la abuela (mi madre). Peque la ve y se le echa para que lo coja porque lo hace saltar y le encanta saltar en el sillón. Y ayer, estuvo saltando un rato pero también le cansó los diez minutos que estuvo con él. Le trajo unos muñecos, poniendo delante a una Minnie y hacía que le daba de comer con el sonajero:
-¡COME! ¡COME! -Le decía a la muñeca mientras le metía el sonajero con violencia en la boca- ¡Qué siempre tienes la boca abierta! ¡COME!-El niño la miraba sin decir nada. Y empezó a pegarle en la cara a Minnie.-¡Mala, mala, mala! ¡COME! -Y volvió a meterle el sonajero en la boca con la misma violencia.
-Pero ¿qué haces?-Salté yo.- Sino quiere comer, ya comerá más tarde pero tampoco es para pegarle ni meterle la "cuchara" hasta la garganta.-Agarré a Minnie y el sonajero y miré para Peque.- Quizás no tenga hambre y lo que quiera es un biberón.-Entonces le di el biberón-sonajero.-Toma, Ratoncita, un poco de leche, ¿tienes sed?- El niño cogió otro juguete y siguió en su mundo.
Pero a lo que iba. Peque se quedó mirando la escena de mi madre asustado e intrigado. De verdad, yo trato de darle una educación asertiva y lo llevo a junto de ellos para que disfruten del niño y yo pueda descansar un ratito, con él, y lo único que consigo son malos ejemplos. Paciencia que tiene que tener una...
PD Por las noches dejamos la persiana con los agujeritos para que entre el fresco pero no bichos y escuchamos, cada noche, como una madre le grita a sus hijos "¡COME, COÑO!", "¡VEN A CENAR!", "¡CÁLLATE, TE HE DICHO QUE CALLES! ¡¡CÁLLATEEEE!" La verdad es que no se escucha a nadie más, sólo a la mujer, a veces la voz muy suave de un niño pero no se entiende lo que dice.