lunes, 27 de julio de 2015

¡Eres una mala madre por no pegar a tu hijo!

Si, habéis leído bien. Mis padres me incitan a pegarle a mi hijo cada vez que coge una rabieta. Desde que empieza a dar señales hasta que volvemos a casa no paran de darme indirectas muy directas.

Ayer fuimos a pasear por las fiestas de un barrio de mi ciudad. Quedé con una amiga que hacía tiempo que no veía, y fui con mis padres, pues Papá lleva días trabajando sin volver a casa. Y como últimamente ando muy chunga de la cadera y con el calor que hace se me hace muy difícil salir de las cercanías de casa.

Primero fuimos a las atracciones y sin más, eligieron ellos a cual subiría el niño. Un coche de bomberos, en la cabina, y yo a su lado, que dejaban montar a los papás para vigilar a los nenes. Y a mitad de las vueltas, ya quería bajar. Y como le cogieron doble ticket, pues tuvo que chuparse otro viaje, esta vez con mi madre.

Salimos de esa parte de la fiesta y nos dirigimos a donde habíaun colapso de gente y todos los tenderetes de juegos y juguetes a los lados. No se podía pasar. Perdí a mis padre, o nosotros de ellos. El niño sólo quería bajar al suelo para jugar con los juguetes que estaban a su altura. Y cogió una rabieta porque no lo dejábamos. A la mitad volvimos y pasamos por las atracciones y como seguía sin dejarlo en el suelo gritaba, chillaba y se retorcía en brazos de mi padre.

-Mi amiga: Si fuera mi hijo le daba de azotes hasta ponerlo morado.
-Mi madre: ¿Ves? ¿Ves? ¡Eso es lo que tenías que hacer tú! -A mí.- Pero como no quieren pegarle... -A ella-.

Al final lo llevé yo en brazos y se puso a mirar un libro que le acababa de comprar que me lo puso en la cara.
-Mi madre: ¿No es lo que querías? ¡Qué malcriado lo tienes! ¡Todo por no darle unos azotes! -Me apartaba de la cara el libro.- ¡No, ahora déjalo! ¡Y cáete al suelo con él!

Y al final. No conseguí que me hicieran caso. Y fuimos a una cafetería donde había parque. Y allí, por fin, fue feliz, libre y ancho, jugando con otros niños.

Pero mis padres se quedaron en la cafetería con mi amiga hablando de cosas de las que tenía que hablar conmigo y yo sin enterarme de nada. Después hicimos un descanso. Y Peque quería zumo y patatas. Me pidió sólo una vez pero como le dije que se había portado y no había patatas para él, no volvió a pedir. Vió el libro y le dio unos pocos sorbos de zumo que le di contados.

-Mi amiga: Estamos hablando de ti, poniéndote verde por no darle unos cachetes a tu hijo.

Y esto son amigas... Si es que no aprendo.