miércoles, 10 de septiembre de 2014

¡Aquí no quieren tu caca!

Soy usuaria de pañales de tela diarimente. No sólo por lo que se ahorra que vienen siendo unos 180€ al año (gasto una caja de 100 pañales desechables cada dos meses y pico), sino porque son ecólogicos, no se crean residuos, son reutilizables (no sólo día a día sino entre hermanos), y porque los materiales que usan no dañan el culito de mi bebé.

Por supuesto que tiene inconvenientes: La caquita no se puede tirar a la basura con el pañal (hay que lavarlo, no apto para escrupulosos. Aunque la verdad, al ser madre y tener que limpiar la caquita de bebé que le llega hasta la nuca y acabar con caca hasta los codos en el proceso, ya dejo de ser tan escrupulosa) o también huele bastante orín (eso me hace pensar en la variedad de químicos que deben llevar los desechables como para camuflar el fuerte olor), y no duran tanto tiempo como los otros (y ahora, cada vez más que Peque se vuelve más grande y su pis no es un mini charquito. Pero esto también tiene una parte buena: cada dos horas diurnas le voy cambiando de pañal).

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 Hace un par de días, fuimos a ver a la bisa. Lo llevé en la mochila-portabebés porque estaba lloviendo y como le llevaba un juguete grande y le acaba de cambiar el pañal, no pensé ni remotamente en llevarle el neceser con pañales. Pero me equivoqué. Al cabo del rato, olía bastante mal. Y ya se me pusieron a criticar (la familia, entre ellos mi madre y un tío). Que ellos nunca tuvieron que utilizar pañales de tela, que olía muy mal, que tenía que utilizar pañales desechables que no provocaban dermatitis (que eso eran cosa mía). Y así estuvieron los diez minutos desde que empezó el tufillo, hasta que no aguanté más.
 -¡Vámonos, Peque! ¡Qué aquí no quieren tu caca!-Le dije al niño mientras lo montaba en la mochila bastante enfadada Nos fuimos a casa. Lo cambié. Vi que no llovía, cogí el carro y nos fuimos a dar una vuelta.

 Reconozco que fui bastante infantil pero es que no paraban de enviarme pullas constante. Que si no le había cambiado el pantalón del mediodía, me dijo mi madre, que estaba empapadísimo. Entonces, ¿qué había hecho? ¿Dejar que el niño durmiese la siesta con el body y los pantalones empapados de pis? ¡Agh! Me tenían harta de tener que andar rebatiendo sus pullas. ¡No le estaba haciendo daño a mi hijo! ¡Al contrario! Pero todo lo que hace una primeriza, incluso después del temido primer año parece ser que sigue siendo ¿tonto? ¿innecesario? No sé, ni siquiera tengo un adjetivo en concreto. *GRACIAS por leerme

lunes, 8 de septiembre de 2014

¡Me está haciendo la burla!

Peque, en ocasiones, al comer suele dejar caer las cosas al suelo, sea un cubierto o su vaso de aprendizaje. Así que cuando bebió mi madre empezó a señalarle con el dedo índice la mesa mientras daba unos violentos golpecitos con este en la madera. Peque dejó el vaso sobre la mesa y después se puso hacer el mismo gesto.

Mi madre me miró enrabietada y chilló:
-¡Me está haciendo la burla!
Suspiré hastiada antes de contestarle:
-No tiene malicia para burlarse de ti, sólo te está imitando.
No estaba del todo convencida pero no dijo más.