martes, 6 de mayo de 2014

Odiado y temido II

¿Por qué pasa de estar tan feliz en la sala de espera a ponerse a llorar como si lo estuvieran torturando en consulta? Sencillo, un mal recuerdo. Un trauma.

Todo empezó cuando en la revisión del primer mes el pediatra le abrió las piernas para escuchar el típico chasquido que anuncia una displasia de cadera y ahí se puso a llorar desconsoladamente, por eso razón fuimos a que le hiciera una ecografía de la cadera para que ver si tenía o no, y en principio parece ser que no. En la revisión del segundo mes le hizo la misma práctica y se echó a llorar y desde entonces, cada vez que ve al pediatra con su bata blanca, su melena, sus gafas y su barba llora desconsoladamente hasta que sale de la consulta.

En esta semana fuimos por urgencias. Una pequeñita pasó a la enfermería por su propio pie y ya iba llorando por el camino como si fuera al matadero. La enfermera (que es la primera en valorar la urgencia) no nos hacía caso, pasó a nuestro lado, nos miró una y otra vez y siguió llamando a gente por lista. Realmente no era una urgencia de gravedad pero bueno, ahí estábamos. A Peque le supuraba un pezón algo de color naranja, lo tenía en carne viva y se lo habíamos visto la noche anterior, le pusimos una tirita y como ya era tarde para pedir cita decidimos ir por urgencias al día siguiente.

La enfermera sin ninguna delicadeza se nos acercó en la sala de espera y me preguntó que le pasaba a Peque, ¿qué pasa? ¿Qué por ser un bebé ya no tiene privacidad? ¿Qué todo el mundo tiene que enterarse? Y como la mujer no estaba dispuesta a hacerme pasar sin una respuesta pues le dije "tiene un pezón en carne viva".  Nos hizo pasar y cuando lo tumbé en la camilla empezó a llorar desconsoladamente. Moviendo brazos y piernas, mirándome suplicante para que me lo llevase de ese horrible lugar. Pero... había que sacarle la tirita y no tenía uñas por estar haciéndole el masaje en el lagrimal. Yo le decía "lo siento, lo siento" mientras pegaba mi cara contra la suya y la enfermera se la sacaba. Le sujeté los brazos sobre la cabeza para que la enfermera acabase cuanto antes, le apretó el pezón y ya no salía nada. Mejor así. Lo que me sorprendió es que llorase con la enfermera, sólo llora al clavarle las agujas de la vacuna y se le pasa enseguida. Pero fue al ponerlo boca arriba en la camilla.

Y después, al pediatra... fue entrar en la consulta, conseguí decirle (rápidamente) lo que le pasaba y ya se puso a llorar. Le miró los oídos, la barriguita, la garganta, todo esto llorando y pataleando. Y el pediatra tratando de calmarlo, hablándole con dulzura. Pero nada. Así que es mejor acabar cuanto antes. Y aunque tenga ocho meses, cuando el pediatra se puso a escribir en el ordenador, me puse a su lado, y le estuve diciendo... "no te quiere hacer daño a propósito, es para que te cures, ¿ves? también trabaja en el ordenador como papá" y se calmó, estuvo observándolo mientras escribía. Y bueno, al salir ya se quedó más tranquilo y ya iba jugando.

Pero lo pasa fatal (y yo también, ¿qué madre no se le parte el corazón cuando su pequeño llora con tanto sentimiento suplicando que lo cojas entre tus brazos y te lo lleves lejos de allí?) y cada vez que tengamos que ir trataré de explicárselo porque realmente no le hace daño, por lo menos no a propósito. Y como veo que no hay nada que hacerle, pues las consultas tienen que ser rápidas como sacarle un tirita.

Se lo comenté a mi médico y me dice "tendrían que cambiar el color de las batas" y le contesté "y también el rollo de papel de la camilla".



Y ¿vuestras/vuestros peques también lo pasan mal con los pediatras?

4 comentarios:

  1. El pediatra de mi peque lleva las batas de dibujos y nada, después de dos años sigue sin parar de llorar, y eso que el pobre no para de hacerle caricias y darle besos, pero ella no para de llorar

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    1. ¡Ay! Pobrecilla. Parece que no hay nada que hacerle. Pues lo dicho un tirón rápido para sacarse la tirita porque por lo que se ve no queda otro. Los niños no olvidan, y sienten tanto o más que un adulto.

      ¡Saludos mamabella, un placer verte!

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  2. El Miniser de momento se porta como un campeón, incluso cuando le tuvieron que sacar sangre con un año se asombraron de lo valiente que fué, ni un grito, ni una lágrima! Y sin embargo, un día entró en la consulta y al ver al residente ¡lloró tanto que el pobre médico en prácticas tuvo que salir de la sala! No sé porqué, que le notaría, el caso es que sólo le ha pasado con él, pero llora incluso si se le curza por el pasillo

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  3. ¡Vaya! ¿Qué le vería al residente?
    Pero es increíble que un peque no lloro por clavarle una aguja. Este se pone malo al ver a alguien con bata, sea enfermera, médico, farmacéutico, o el veterinario.

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¡Muchisisisisísimas gracias por tu comentario, me hace una ilusión tremenda!